Como arañas que se cuelgan por la boca de una viga


Primero es el chirrido de la sierra y el chak chak chak de la azuela de Cash aprestando el ataúd destinado a Addie, la madre agonizante; y luego, una vez muerta Addie, el rechinar de las ruedas de la carreta con el cuerpo de la difunta, camino del cementerio de Jefferson, a unas cincuenta millas del Recodo del Francés, para ser enterrada allí, pues esa era su voluntad que su marido, Anse Bundren, tenía que cumplir. Avanza el miserable cortejo escoltado por los buitres, sorteando la crecida del río y dando barquinazos por los caminos embarrados. Y los hijos: Cash, el hermano mayor, buen carpintero; Jewel, el hijo adulterino de Addie y un reverendo; Dewey Dell, la hija embarazada de un forastero que quiere abortar; Darl, desequilibrado e incendiario ("se necesitan dos personas para hacerte y una persona para morir. Así es como el mundo s se encamina  a su fin"); y el más pequeño, Vardaman, el niño asombrado ("mi madre es un pez").
Mientras yo agonizo  (1930) es una de las novelas que a principios de los años treinta contribuyó a consolidar el inconfundible mundo imaginado por Faulkner. La macabra odisea con tintes épicos de la familia Bundren está contada a través de los componentes de la familia y de sus vecinos, proporcionando así una visión caleidoscópica del relato y una multiplicidad de puntos de vista. La novela es técnicamente un tour de force (Faulkner dixit). De entre sus muchas imágenes me quedo con la que se halla en el único monólogo de Addie:
"Comprendí que el miedo había sido inventado por alguien que nunca había sentido miedo; y el orgullo por quien nunca había tenido orgullo. Comprendí que había sido eso, no que tuvieran las narices sucias, sino que nos habíamos tenido que usar unos a otros por medio de las palabras como arañas que se cuelgan por la boca de una viga, se balancean y retuercen sin tocarse nunca, y que solo por medio de la vara mi sangre podría mezclarse con la suya en una sola corriente". (Traducción de Mariano Antolín Rato).

Comentarios

(2)
  1. El monólogo estremece y la imagen es potente, tanto, que vemos las arañas avanzar hacia nosotros.

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  2. la verdad es que da un poco de grima, pero es efectiva.

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