Ir al contenido principal

Un libro de críticas


El escritor galés Arthur Machen (1863-1947) es recordado sobre todo por sus narraciones de carácter fantástico, donde lo sobrenatural y feérico se combinan con el horror y la amenaza del mal. Entre sus obras más importantes, que más gozaron del favor de público, destacan las novelas El gran dios Pan (1894) y Los tres impostores (1895). En casi todas sus obras, dijo Borges, hay sueños adentro de sueños, que forman un juego de espejos.
A mediados de los años veinte del pasado siglo, sin embargo, su popularidad decayó sensiblemente, con la excepción de Estados Unidos donde todavía retenía un nutrido grupo de fieles lectores. Es en este momento cuando Machen da a la luz un curioso libro: Precious Balms (1924). Publicado por la editorial londinese Spurr & Swift, en una edición de 250 ejemplares numerados y firmados por el autor, Precious Balms no es una novela o un libro de cuentos, sino una recopilación de las críticas -la mayoría  negativas- que a lo largo de los años habían recibido sus libros. Desconozco qué le impulsó a publicar un libro de estas características, por lo que tampoco sé si debe considerarse un acto de honestidad o de masoquismo. Hay en el libro valoraciones displicentes y burdas descalificaciones, pero también sagaces observaciones e irónicas sentencias. En general se constata que el nivel medio de la crítica en revistas y periódicos británicos de aquellos tiempos era de mayor altura y menos  mediatizado que el actual.
Uno de los libros de Machen que más reseñas adversas reunió fue Hieroglyphics (1902), donde había expuesto su visión de lo que para él era la literatura. La diferencia entre literatura y lo que no lo es, según Machen, estaría en el "éxtasis"; es decir, en el "rapto, belleza, adoración, maravilla, sobrecogimiento, misterio, sentido de lo desconocido, deseo de lo desconocido". Desde este particular prisma, Pickwick es literatura; La feria de las vanidades, no lo es. Homero y Dickens están del lado de la "literatura", mientras que Jane Austen y George Eliot están en el otro lado, el de la "materia de lectura" Tan heterodoxa y poco convencional concepción de la obra literaria no podía por menos que espolear los ataques de los críticos más ortodoxos y convencionales, y a ello se emplearon con denuedo. No obstante, Machen parece pensar que más vale una crítica  mala que ninguna; o, en sus propias palabras, "el silencio es la única y fatal sentencia".

Comentarios

  1. ¿A qué se deberá la existencia de tantos relatos de fantasmas en la literatura británica del XIX?.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Francamente, no lo sé (aunque alguna razón o razones tiene que haber), pero es cierto que no hay otra literatura, exceptuando la china, con tantos y tan buenos cultivadores de dicho género.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Lupo Ayllán y Sus Dementes16/7/12, 17:40

    El abigarrado folklore ectoplasmático , la herencia celta y que hay muchos fantasmas , está lleno .
    A los británicos les encanta contarse historias de fantasmas . Del policía al lechero y del juez al primer lord , todos creen en su existencia .
    Anécdota . Un amigo mío , que sirvió en los Welsh Guards, abandonó el puesto de guardia con SA 80 y todo , para no ser arrollado por un carruaje fantasma que no obedeció a sus órdenes de alto y disparos de advertencia .
    Claro , no era de este mundo .
    Los mandos fueron muy comprensivos , le dieron un whiskey y lo relevaron sin sancionarlo.
    Aquí lo hubieran fusilado . Me refiero a este tipo de cosas .

    ResponderEliminar
  4. Reveladora anécdota, sí señor. Por cierto, Machen es el inventor de la famosa leyenda bélica de los ángeles de Mons.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Criterion

  Sin lugar a dudas, The Criterion , fundado y editado por T. S. Eliot en 1922, es una de las mejores revistas literarias británicas del siglo XX. La nómina de colaboradores que tuvo este magazine trimestral, hasta su último número publicado en 1939, conforma un catálogo bastante representativo de lo más granado de la intelectualidad, no solo británica, del período de entreguerras. En sus páginas escribieron luminarias como Pound, Yeats, Proust o Valéry, por citar solo cuatro.   El primer número de The Criterion , salido en octubre de aquel annus mirabilis , es realmente impactante y marca el sello característico de su editor, expresado a través de sus "Commentary"; a saber, la compatibilidad entre una ideología ideología católica y conservadora y una defensa a ultranza de la vanguardia modernista. En este ya mítico número 1, se incluye, por ejemplo, la primera aparición en letra impresa de The Waste Land de Eliot, y la crítica encomiástica de Valéry Larbaud del Ulises, de

Escritura y moral

  La primera obligación de un escritor es tratar todos los temas con la más elevada, la más digna y la más valiente de las disposiciones (...) El espíritu con el que se aborda un tema, un ingrediente relevante en cualquier tipo de literatura, es de absoluta importancia si hablamos de obras de ficción, reflexión o poesía, pues ahí no solo da color, sino que de por sí elige los hechos; no solo modifica, sino que conforma a la obra (...) No rechazamos una obra maestra aunque estemos preparados para detectar sus defectos; sobre todo, no nos preocupa encontrar sus defectos, sino sus méritos: Por supuesto no hay libro perfecto, ni siquiera en su concepción, pero no hay duda de que hay muchos que hacen disfrutar al lector, que le hacen mejorar en su vida o que le levantan el espíritu (...) En literatura, como en todo lo que hacemos, nunca podemos esperar la perfección. Lo único que cabe es hacer todo lo posible  porque así sea, y para ello solo hay una regla: lo que pueda hacerse despacio no

Simpson

George Gaylord Simpson (1902-1984) George Gaylord Simpson fue sin duda uno de los importantes paleontólogos del siglo XX, especialista en mamíferos fósiles, gran teórico evolucionista y experto lingüista. Después de su muerte, su hija descubrió  entre sus papeles el manuscrito de un relato de ciencia-ficción escrito en los años setenta y titulado The Dechronization of Sam Magruder . Se publicó en 1996, con prólogo de Arthur C. Clarke y epílogo de Stephen Jay Gould. Fue traducido al castellano por María Belmonte y publicado al año siguiente por la editorial Mondadori con el título Entre dinosaurios . El relato de Simpson narra las peripecias de un "cronólogo", Samuel Magruder, que en 2162, y gracias a un proceso de su invención conocido como "descronización", viaja nada menos que ochenta millones de años atrás, o sea, al período cretácico. Magruder es consciente de que es el único humano en un valle poblado de gorgosaurios, celurosaurios, tiranosaurios y otros