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Numulosfera (y 2)


Arriba: Trazas de numulites observados por Kirkpatrick en una sección de diorita de Clee Hill.
Abajo: La misma sección de diorita de Clee Hill tal como aparece al microscopio petrográfico.
(De The Nummulosphere, Part III, 1916)

Cuando Randolph Kirkpatrick dio a conocer su teoría en The Nummulosphere: An Account of the Organic Origin of the So-called Igneous Rocks and Abyssal Red Clays (1912), sus colegas quedaron absolutamente perplejos. No sabían si les estaba tomando el pelo o, por el contrario, creía a pies juntillas lo que decía en sus páginas. Por respeto a sus méritos científicos desplegados en otros trabajos, optaron por mirar discretamente a otro lado. Inasequible al desaliento, Kirkpatrick continuó escribiendo en defensa de su tesis hasta publicar (por cuenta propia, pues no encontró ninguna editorial "seria" que se lo editase) otras dos partes más.
En The Nummulosphere, Part III: The Ocean Floor or Benthoplankton (1916) los "argumentos" se multiplican y las conclusiones se amplían. "La corteza conocida de la Tierra -dice- es en gran parte un depósito silicatado metamorfoseado de origen orgánico precipitado en el océano", con lo que, además, se declaraba un convencido neptunista casi un siglo después de que esta doctrina geológica hubiese quedado descartada. Y no solo todas las rocas terrestres era, segun él, producto de los numulites, sino también los meteoritos. Estos materiales no serían más que "pedazos de roca numulítica mineralizada y a menudo enriquecida en metales que han sido arrojados por los volcanes".
Como literatura científica es un desvarío, pero como fantasía científica no tiene parangón.
Kirkpatrick no es el único caso de científico afectado de una suerte de escotomización por la que uno acaba viendo solo lo que quiere ver, pero es uno de los más llamativos. Es fácil burlarse de sus ideas, pero como señaló Stephen Jay Gould: "Sus ideas pueden estar equivocadas, pueden incluso ser estúpidas, pero sus métodos frecuentemente merecen un estudio más minucioso. Hay pocas pasiones honradas que no se basen en alguna percepción de una unidad válida o en alguna anomalía digna de mención. El tamborilero que es diferente a veces marca un ritmo fructífero."

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